Ansiedad, estrés y las ganas de orinar.

Conoces todos lo baños dónde vayas, tenés ganas de orinar constantemente, te despiertas varias veces a orinar en la siesta o a la noche, incluso a veces te has despertado con la ropa interior mojada. La ansiedad, el estrés y la depresión pueden afectar tanto nuestro cuerpo como nuestra mente. De hecho, uno de los síntomas poco conocidos relacionados con estos trastornos es padecer de ganas frecuentes de orinar. De día y de noche, alterando el sueño por despertarse con frecuencia por las noches para ir al baño.
La relación entre el estrés, el cortisol y la polaquiuria (orinar frecuentemente) es un fenómeno fascinante que revela la complejidad de la interacción entre la mente y el cuerpo. 
El cortisol, conocido como la hormona del estrés, desempeña un papel crucial en la respuesta fisiológica al estrés. 
La sensación de tener ganas de orinar cuando uno está nervioso puede atribuirse a una respuesta fisiológica conocida como la "respuesta de lucha o huida". Relacionada con el sistema nervioso autónomo, que regula funciones corporales involuntarias como la frecuencia cardíaca, la respiración y la función del sistema digestivo y urinario. 
Cuando te enfrentas a una situación estresante o nerviosa, el cuerpo libera hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas preparan al cuerpo para actuar rápidamente en respuesta a una amenaza percibida. Parte de esta preparación incluye cambios en la función del sistema urinario. 
En situaciones de estrés, el cuerpo redirige el flujo sanguíneo hacia los músculos esqueléticos, corazón y pulmones, mientras que disminuye el flujo hacia otras áreas, como el sistema digestivo y la vejiga. Lo que puede dar lugar a una sensación de urgencia urinaria o incluso a la necesidad inmediata de orinar, aunque la vejiga no esté completamente llena. 
El estrés también puede afectar la función del músculo detrusor en la vejiga, que es responsable de la contracción para expulsar la orina. Provoca contracciones involuntarias de este músculo, contribuyendo a la sensación de urgencia para orinar. 
Las personas en estas situaciones están en hipervigilancia y sensibles a las sensaciones corporales. Esto puede llevar a una mayor conciencia de las señales de la vejiga, provocando la sensación de tener que orinar con más frecuencia. 
Además están con mayor tensión muscular. Esta tensión ejerce presión sobre la vejiga haciendo que las personas puedan padecer de ganas de orinar constantes. 

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